¿Qué espera un niño de ti?


Escribo este artículo desde mi experiencia diaria como maestra, de lo que veo y vivo con mis alumnos de Primaria (y también de Infantil ya que se puede aplicar a todas las edades) así que no hay referencia pedagógica alguna, ni teoría psicológica o similar que avale lo que digo. Es tal cual lo pienso, mi opinión de maestra.

En primer lugar un niño necesita o espera de ti algo que está en la cima de todas sus demás demandas o necesidades y que engloba al resto de aspectos: RESPETO.  
En lo últimos años escuchamos, una y otra vez, la importancia de recuperar el respeto por el profesor o por cualquier persona adulta o con autoridad. Creo que esto es algo fundamental entre alumnos y profesores pero, en general, entre cualquier grupo de personas que se relacionan o que conviven diariamente. Esto también debe contemplar el respeto del profesor hacia su alumnado. Las mismas premisas que utilizamos entre adultos para guardarnos respeto son las que debemos utilizar con nuestros alumnos. Para mí es evidente (o de cajón) que no puedo buscar el respeto de mis alumnos si constantemente ellos no se sienten respetados por mí.

A partir de aquí, el resto de aspectos que un niño o alumno necesita de un adulto o maestro son todas las actitudes con las que podríamos hacer una descripción de lo que es RESPETAR.
  • Si a mi compañero de trabajo o amistades no les hablo gritando, salvo que esté justificado porque el ambiente hace imposible que me escuchen, al niño tampoco le gusta que le griten.
  • No dudo de su palabra, confío en él. He escuchado muchas historias disparatadas y desde mi posición de adulto sé que eran mentira o que tenían, vamos a dejarlo así, muchas mentirijillas, pero cuando el niño está contándote algo que para él es importante, necesita que le escuches atentamente y no dudes de él. Después habrá que investigar, en el caso de “historias fantásticas”, si tienes ante ti un mentiroso compulsivo (que los hay), si enmascara la realidad a su manera por algún motivo y por qué lo hace, o si tienes ante ti a un perfecto contador de historias con un exitoso futuro como escritor.
  • No le mientas. La realidad es la que es y en muchas ocasiones habrá que suavizarla o amoldarla a la edad del niño pero nunca cambiarla.
  • Antes de poner un castigo pregunta qué es lo que ha ocurrido o los motivos que ha tenido el niño para hacer lo que ha hecho. ¿Y si nadie le había dicho antes que estaba mal hacerlo? Esto no quiere decir que no haya que reprobar ciertos comportamientos pero siempre partiendo del diálogo y después estableciendo castigos o consecuencias que, además, sean equilibradas con el daño provocado.
  • No intentes cambiar su personalidad. Enséñale actitudes, buenos comportamientos, maneras diferentes de hacer cada cosa pero respeta su forma de ser, acepta a cada uno tal y cómo es. Al igual que en las relaciones entre adultos, siempre hay quien nos cae mejor y quien nos cae peor. Los alumnos también tienen sus profes preferidos y los que no les gustan tanto. No podemos obligar a nadie, profesor o alumno, a que todo el mundo le caiga bien pero sí a respetar la forma de ser de todos.
  • Pregúntale su opinión. Cuántas veces me he quedado con la boca abierta al escucharlos. En todas esas cabecitas bulle un avispero de información mezclada con aportaciones personales, con fantasía en mayor o menor grado… pero siempre son puntos de vista que pueden resultar interesantes y desde los que, hasta los adultos o maestros (que a veces nos creemos los más sabios y poseedores de la única verdad), podemos aprender.
  • Demuestra, a veces basta con una sonrisa o una palabra cariñosa, que te ha sorprendido, te ha agradado o que ha hecho algo bien. El niño se siente como un gigante cuando su maestra (madre, padre) lo halaga y cuando le muestra que sus expectativas con respecto a él son siempre optimistas. ¡Sé que puedes hacerlo! ¡Estoy completamente segura de que lo conseguirás!
  • Y, por último, intenta ser un poco divertida (aunque sea sólo un poco, con un chiste, una ocurrencia…) Pasamos muchas horas en el colegio y la risa es salud.


Y a partir del respeto por nuestros alumnos yo les pido el mismo respeto hacia mí. Si no te grito, tú no me grites. Si confío en ti, confía tú en mí. Si no te miento, tú no me mientas. Si algo de lo que hago no te gusta intenta comprender los motivos que me llevan a hacerlo (nunca será para fastidiarte). A mí también me gustan tus sonrisas y tus halagos (en esto los niños/as de infantil son los mejores: su seño siempre va guapa, es la mejor y le dan muchos besitos y abrazos).

Es fácil perder el respeto hacia alguien que no te respeta e igual de fácil respetar al que te respeta a ti. Hacia un lado y hacia el otro.                                                   


Comentarios

  1. Genial mi querida Inés! Estoy totalmente de acuerdo contigo. Como no tengo tu don de expresión escrita lo resumo en que para que un niño entienda lo que es el respeto y aprenda a respetar debemos de respetar lo más profundo que son sus sentimientos y pensamientos, que son de una gran riqueza. Sabemos que los más pequeños son los grandes sabios, poseen la sabiduría de la inocencia y hemos sido afortunadas de aprender con ellos. Besos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Deberes poéticos.

Para hacerte mucho caso...

Niños y niñas que escriben haikus